martes, 14 de septiembre de 2010

¿Por qué no me dejás nadar?

Me encuentro acá otra vez, desviando mi ojo a la luna. Me despierto y por fortuna, no estoy más en mis lugares inconscientes. Donde las aguas se elevan hasta los pájaros y la arena se lleva hasta las sombras. Donde por demente me lleva la corriente, me arrastra hasta abrir los ojos. Aquel lugar donde las miradas huelen mal y nada te dá aliento.
¿Cuándo habrán colores en el mar y flores en el viento?, siempre las tuve lejos.
¿Por qué no me dejás nadar? como el pez que vive en tu agua, dejo atrás lo que siento.
Busco despertar de esa vida sin vida, de esa luz sin luz, de esos cielos locos. Donde por demente me lleva la corriente, me arrastra hasta abrir los ojos. Y grito sin gritar, toco sin tocar. Las crueles aguas me llenan de sal. ¿Por qué no me dejás nadar? como el pez que vive en tu mar, que respira en el mar. Las tristes olas me quieren arrastrar. Tristes olas que son una inmensidad. Inmensidad como el océano, que se mueve con tanta agilidad.
La luna se desvió en mi ojo y me despertó, mis sueños ya se fueron, ya no son.
El agua ya está calma, no se agita sin razón.

Te regalo un pedazo de mi mente para que sueñes con el mar, ¿Por qué no me dejás nadar?.




jueves, 9 de septiembre de 2010

Dejaste tu poesía en mi carne.

Poesía en mi carne, sangre en mi música. Latidos pasajeros, cicatrices en la piel. Lluvia matinal, pies en el andén. Entra en mí, triste pasaje del alba, rayos que traspasan el alma, vida, muerte y sonidos del ánima. Noches nocturnas, oscuras sombras tenebrosas. Sahumerio esencia de pastos verdes y casas rojas. Verde como mi, pared roja como, mi luz verde. Tierra azul, mar de chocolate. Efimero paisaje de aves color pez. Ya vez, no hay música sin sangre ni poesía sin carne. Pasos a la par del ocaso, viaje de ríos escasos. Felicidad, buscame en la infinidad, encontrame en la sal, sacame del mal. Cuerdas al hombro, ojos de asombro, sentir, regresar. Imagen de andén, pies en el tren, lluvia de la tarde. Aroma que brilla, corazón que arde. Vuelvo a mi hogar, brisa familiar. Sin querer escapar, aferrarme a mi lugar. Arrancarme, estropeado y deslúcido de mis venas sin sueños, tu rostro alegre, brillante. Me diste música en la sangre, dejaste tu poesía en mi carne.