lunes, 5 de diciembre de 2011

Mundos paralelos



Ocurre a menudo que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo.
Pero me ha costado separar las cosas que suceden de las que sueño.
Esa característica embarazosa me da una cierta inseguridad cuando
trato de ocuparme del mundo que me rodea, sobre todo porque mi cerebro
es incapaz de contener y abarcar tantos absurdos.

Además creo que todos somos traicionados por aquellos
ojos con los que miramos el mundo material y somos así penosamente confundidos.
Prefiero entonces ocuparme de esos frutos inmaduros
que proliferan en el viejo marasmo que es mi cabeza donde
no cesa ese viento de hojas amarillas que levantan un torbellino de gérmenes
deformes en eterna incubación. A veces algunos se sublevan y bullen en silencioso tumulto, buscando en tropel
por donde salir de la región penumbrosa a donde los he confinado.

Estas sediciones engendran peste y son la causa de mis frecuentes jaquecas.
Mis agitadas reflexiones me hacen acordar paisajes extraños, de un pasado inexistente donde recorro las calles de una ciudad geométrico con hambre de fé y quizás también con miedo. Una ciudad fatal que aparece en virtud de mi desasosiego y de mi deseo. Esa misma ciudad cuya llave poseemos unos pocos, los que sabemos que se puede vivir sin amor o incluso sin justicia, pero no sin el arte.



Rocambole (R. Cohen)