viernes, 16 de noviembre de 2012

Espiral del viento

Si el paso del tiempo fuese una escalera,
donde peldaño a peldaño se va cada año,
podríamos dar media vuelta hacia atrás,
correr y bajar, a donde pertenecimos
en otros cuerpos, con otras pieles.
Disminuyendo lo ancho y acortando lo alto,
volveríamos a contemplar el alma que fuimos.
Si una escalera fuese el paso del tiempo,
estirando un brazo tocaríamos viejos momentos.
Porque no es el tiempo más que una línea recta,
y al fin del cuento, tal vez un espiral.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Jocamadú


Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour:


Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿ Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.


Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.

Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito. Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.

Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ...

martes, 15 de mayo de 2012

Todos somos todos

La pesadilla de mi siesta fue muy distinta a todas las demás, precisamente distinta, holísticamente horrible e inoportuna, o quizás, llegó justo a tiempo. Ya no fueron ésta vez, manicomios, cirujanos, pérdidas o tragedias naturales.
Se sitúa, hace varios años.. transcurría lo que llamamos "holocausto" o en su defecto "limpiamiento de masas para establecer una raza pura (dictada por alguien que, llamandolo "loco", ofendería a cualquier interno del Borda".
¿Alguien alguna vez sintió, pero no digo entendió, digo, sintió en carne propia aquel sufrimiento?
Dejemos de lado cualquier tipo de religión.
Dejemos de lado al reloj que nos ata, porque no hay espacio ni tiempo semejante al de ahora.
Probemos quizás, trasladar nuestra ciudad que no se parece a Europa, y a nuestra casa, que no es precisamente del 1940. Poner la piel en esos años, la carne en esos días y el corazón en una noche, o tal vez dos.
Traslademos nuestros sentimientos y añoranzas, nuestros semejantes y hasta nuestros objetos.
Pensemos en una sola persona, quien haya dado a nosotros una enseñanza de vida, se puede agregar con un libro también, que nos haya enseñado algo acerca de todo.
Y con todo eso, que es apenas nada, teletransportemos nuestras lágrimas, el miedo, la impotencia, la desconcertación,
la injusticia, y por qué no, la esperanza y las ganas de vivir.
¿Quien nos dice al nacer, que debemos ser de una manera u otra para servir a la sociedad? ¿Acaso en la vida nos preguntamos
que si es que siendo quienes somos y haciendo lo que hacemos, un día pueden tirarnos a la basura como comida vieja y rancia,
como ratas en descomposición, como seres sin alma, sin pensamientos, sin sueños, vacíos?
¿Se podría imaginar cómo sería si absolutamente todo lo que tenemos, desde adentro, lo succiona una especie de máquina mounstrosa y tembile, que se rie mientras nos observa, mientras nuestra carne que ya no es nada, se vuelve un saco de huesos, espaciado por el aire que reemplaza nuestro interior, que como nuestra carne, es nada y absolutamente nada?
¿Y que queda después de eso? Porque además de ya arrebatarnos hasta el alma, también nos roban a nuestros seres queridos, todo lo que nos rodea y nos hace a uno, todo lo que construimos con tanto esmero y a lo largo de nuestras vidas, se nos saca como quien te saca la billetera en un santiamén. Nadie te ayuda, nadie te escucha, nadie siente tu dolor.
Ese dolor como cuando se choca el codo contra la puerta, pero multiplicado por cien y más en el fondo y hondo de nuestro ser, sin remedio, sin cura, un dolor interminable, inigualable.
A mi pesadilla no logro sacarla de mi cabeza y a la vez la siento como un enigma, le encuentro ciertos significados pero aún así persiste en mi memoria como un huesped dispuesto a quedarse, sin que lo sigan invitando a cenar.
Tengo ciertos recuerdos puntuales en los que me siento atrapada e invadida, completamente impotente, como con un éxamen reprobado, por el cual habías pasado los últimos 2 meses estudiando a la luz de la vela, noche tras noche (aclaro que nunca lo hice) pero multiplicado nuevamente por cien. La incertidumbre y a la vez el miedo de saber qué clase de individuos atemorizantes me esperarían allá afuera, mientras nosotros, atrincherados en lo que alguna vez había sido un hogar, esperabamos nuestra muerte en un oscuro y terrible letargo, sintiendonos ya casi en el purgatorio, en el limbo, o directamente en el mismisimo infierno.
Los abrazos ya vacíos, la tensión, el rompimiento de la conciencia y la cordura, habrán sido en parte, en base a mis conocimientos sobre ésta historia, sabiendo su final y por ende lo que nos esperaba.
Las ganas de salir y gritar que paren de una vez, o de salir silenciosamente esperando no llamar la atención, eran peleas constantes entre mis impulsos y mis pensamientos.
Las ganas de vivir de nuevo, las ganas de pensar que todo era un sueño (aunque era tan real como el fuego) se perdían entre tanta violencia injusta, entre tantas azañas innecesarias.
Esperaba mi muerte y no de manera silenciosa. Me preguntaba o enrealidad le preguntaba, a esa persona (esa que me dió una enseñanza de vida), el por qué de todo esto, en mi corta vida, ¿ Por qué tendría que terminar así? ¿Qué habíamos hecho nosotros? Eramos tratados y perseguidos como una peste, como una enfermedad sin cura, como un bicho raro y maligno, capaces de contagiar a los puros, y por eso teníamos que pagar con el fin de nuestras vidas, pero lenta y torturosamente.
Podría hacer interminable mi relato, pero precisaba que sea breve y conciso. No voy a entrar en detalles sobre los sucesos específicos que viví esta tarde en mi pesailla, me basta con que alguien pueda meterse como un intruso pero a la vez como participante, de una de las masacres más horribles de la historia del mundo. Y pueda también, analizar este suceso. Pocas veces nos ponemos a analizar las cosas que pasaron como verdades irrefutables, pocas veces o capaz nunca, nos podemos poner el papel de actores principales, en las que debemos hacer la obra tal cual existió y sin ser el espectador. Me tocó vivirlo desde una pesadilla, pero no olvidemos.. pude y pudimos, haber estado en ese lugar, en ese año y en esos días, junto a los inocentes que pelearon y sobrevivieron, a los que se rindieron luchando, a los esclavos de un maniático empeñado en desaparecerlos. ¿No era que todos somos personas, más allá de nuestra raza, lengua o religión?.


viernes, 4 de mayo de 2012

Alzo mi copa, invito a la luna y a mi sombra. Ahora somos tres. Pero la luna no saber beber y mi sombra sólo sabe imitarme.